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21.9.11

Los cuidados ante la urgencia meningocócica

por Fernando Burgos (*)
La enfermedad meningocócica es considerada una urgencia infectológica y representa un importante problema de salud en el mundo. Según la OMS, está ubicada entre las principales enfermedades del ser humano ya que se reportan mundialmente alrededor de 500.000 casos anuales y cerca de 50.000 muertes.

Se diferencia de otras infecciones comunes porque evoluciona de forma rápida especialmente en personas sanas como niños y adultos jóvenes, llegando a formas graves y hasta pudiendo ocasionar la muerte.

En pocas horas puede generar la falla de múltiples órganos y dejar secuelas graves a largo plazo como convulsiones, trastornos en el desarrollo madurativo, sordera, amputaciones, entre otros. De ahí la importancia de que sea diagnosticada con rapidez y de administrar el tratamiento antibiótico lo antes posible.
La Neisseria meningitidis (o meningococo) es el agente que causa la enfermedad meningocócica y se manifiesta en el 80–85% de los casos en forma de meningitis, aunque puede presentarse desde un proceso febril hasta un cuadro de sepsis (infección generalizada) y púrpura fulminante (manchitas muy pequeñas de color rojo-vino) con altas tasas de mortalidad. Los 5 subtipos existentes son: A, C, B, Y y W135. Se propaga a través del contacto íntimo o cercano cuando se produce un intercambio de saliva o de secreciones respiratorias, es por esto que la tos, el estornudo, los besos y compartir bebidas y utensilios facilitan su transmisión.

El periodo de incubación promedio oscila entre 2 y 10 días después de haber tenido contacto con una persona infectada. Sin embargo, cerca de un 20% de la población puede portar el meningococo y no enfermarse (son los llamados portadores sanos, condición que puede ser transitoria o durar unos meses).

La meningitis es una de las enfermedades que al aparecer preocupa altamente a la población debido tanto a su alta mortalidad en algunas formas clínicas como a su apariencia en forma de esporádica o de brotes. Es por ello que cuando se presenta un caso en determinada comunidad o ciudad, suele generarse una gran inquietud y una situación de urgencia porque se exige información y se da poca a cambio, lo que desemboca en acciones apresuradas, incorrectas o exageradas.


Prevención efectiva: las vacunas conjugadas

La OMS asegura que las vacunas conjugadas son más inmunógenas que las vacunas a base de polisacáridos, “sobre todo en menores de 2 años, y proporcionan una inmunidad más prolongada”.

Existen vacunas tetravalentes conjugadas, recientemente licenciadas en nuestro país, que protegen contra los serogrupos A, C, Y y W135 indicadas a partir de los 2 años. Si bien el esquema contempla una sola dosis en pacientes sin factores de riesgo, los pacientes inmunocomprometidos deberían recibir una segunda dosis. La vacuna también está recomendada para individuos que tienen mayor riesgo de adquirir la enfermedad como: personas que no tengan el bazo o presenten enfermedades que alteren su funcionamiento, viajeros a zonas donde hay brotes, niños y adolescentes alojados en instituciones, reclutas militares, personal de laboratorio en contacto rutinario con la bacteria meningococo.

Los más afectados

El meningococo coloniza la mucosa de la garganta y la parte posterior de la nariz, es por ello que quienes permanecen por tiempo prolongado en ambientes cerrados como centros de cuidados de día, residencias de estudiantes, pubs y clubes nocturnos tienen mayor riesgo de adquirirla. Si bien cualquier persona puede enfermarse, los lactantes y niños de hasta cinco años de edad, junto con los adolescentes y adultos jóvenes (de 15 a 25 años) constituyen los principales grupos de riesgo.

En particular, la vulnerabilidad de los niños se debe a la falta de maduración de su sistema inmunológico, lo que significa que su organismo no está preparado para enfrentar la bacteria. En los lactantes y niños más pequeños la enfermedad puede manifestarse como fiebre alta, irritabilidad, rechazo del alimento y marcada tendencia al sueño. En los adolescentes suele darse por el estilo de vida y los hábitos sociales que llevan (por ejemplo, mantener contacto personal estrecho por tiempo prolongado en lugares cerrados o compartir bebidas, helados, labiales, etc.).

Por todo esto es que las tasas de muerte en adolescentes y adultos jóvenes son hasta cinco veces mayores comparadas con poblaciones de menor edad.

La enfermedad puede comenzar como una gripe y confundirse con ella ya que entre las primeras 4 a 8 horas puede haber irritabilidad, pérdida del apetito, fiebre, nauseas, dolor de garganta y catarro. Entre las primeras 12 a 15 horas de su comienzo aparece un brote hemorrágico al que se le da el nombre de meningismo y sus principales características son la rigidez de nuca y la fotofobia (sensibilidad a la luz). Entre las 15 y 24 horas de su aparición se produce confusión y delirio, convulsiones, alteración del sensorio y la posibilidad de muerte.


La necesidad de una atención inmediata

Dado que el avance de la enfermedad es tan veloz, resulta crucial estar alertas a los primeros síntomas y consultar al médico, ya que para evitar la evolución de la bacteria el tratamiento debe iniciarse lo antes posible.

La administración de antibióticos en forma rápida mejora mucho la evolución y el pronóstico. Son importantes las medidas del “tratamiento de sostén”, destinadas a mantener la presión arterial y la función renal para revertir y tratar el estado de shock séptico, por lo tanto el paciente debe ser siempre hospitalizado.


La enfermedad meningocócica en Argentina

Según el Informe Regional de SIREVA II (realizado por la Organización Panamericana de la Salud ), durante 2009 en Argentina se registraron 132 casos de enfermedad meningocócica por meningococo: el 43,18% de los aislamientos fue ocasionado por el serogrupo W135, el 47,7% por el serogrupo B, el 6,06 % a raíz del serogrupo Y y el 3,03% de los casos fueron debido al serogrupo C. Entre los años 2000 y 2005, el grupo etario más afectado fue de 1-5 años (39%) de los cuales el 25,5% era menor de un año.

El contacto con la enfermedad y su profilaxis

El contacto incluye un miembro de la casa, centros de cuidado diurnos, jardines maternales y de infantes, colegios, universidades y comunidades semicerradas en contacto con un paciente con enfermedad meningocócica por más de 4 horas diarias, durante los 5 días de la semana o cualquier otra persona expuesta directamente a las secreciones orales del enfermo por medio de utensilios, besos, estornudos o tos, realización de maniobras de reanimación boca-boca sin protección, entre otros.

Si el caso se diera en el colegio, las autoridades deberán comunicarse con el médico del paciente, quien dará las indicaciones adecuadas pero no será necesario cerrar el colegio para su desinfección.



Las situaciones más comunes de exposición para las que se recomienda la profilaxis con antibióticos durante 48 hs. son:

Contacto domiciliario: en especial los niños menores de 5 años.

Contactos en el jardín maternal e infantes en los 7 días previos.

Exposición directa a secreciones del caso índice a través del beso o por compartir cepillos de dientes o cubiertos durante los 7 días previos.

Reanimación boca a boca, contacto sin protección durante la intubación endotraqueal o durante la aspiración de secreciones respiratorias.

Dormir o comer con frecuencia en la misma vivienda que el caso índice (caso de meningitis bacteriana o meningococcemia) en los 7 días previos.

Pasajeros de avión sentados directamente al lado del caso índice, si el vuelo dura más de 8 hs.


IMPORTANTE NO OLVIDAR:

¨ Tener siempre en cuenta que todo niño o joven con fiebre y petequias (pequeñas hemorragias en la piel) debe concurrir siempre a la emergencia y no se debe perder tiempo.

¨ Evaluar junto a su médico la posibilidad de aplicar una vacuna tetravalente conjugada para meningococo A, Y, C y W135 si su hijo es mayor de 2 años.

¨ Considerar el aumento progresivo del serogrupo W135 casi como el serogrupo B.

¨ Al momento los niños menores de 2 años en Argentina pueden ser vacunados sólo con vacunas conjugadas para serogrupo C.


(*) Fernando Burgos es Médico Pediatra y Jefe del área de pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Austral. MP 110 391 MN 81759

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