en Web en Blog

Escuchanos por Internet

PARA AGRANDAR CUADROS E IMAGENES, HACER CLIC SOBRE ELLAS

27.5.09

Cada día ingerimos unos 2.000 miligramos de sustancias químicas tóxicas


El ser humano, que se alimenta de otros seres que se encuentran por debajo suyo en la cadena alimenticia y que han acumulado en sus organismos estas sustancias, absorbe grandes concentraciones de productos que tardan años en disolverse y que pueden conllevar graves riesgos para la salud.

Por Prof. Norberto Ovando *

Foto: Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en América Latina (RAP-AL)

Historia

En 1962, la bióloga y divulgadora Rachel Carson publicaba "La primavera silenciosa", un libro que para algunos autores marcó el comienzo del movimiento ecologista moderno. La obra denunciaba la contaminación química generalizada que la naturaleza y los seres humanos como parte de ella vienen sufriendo, y ya alertaba entonces de la escasa investigación que se realiza sobre los productos químicos, algo que trae consecuencias indeseables para las generaciones futuras.
La historia moderna de los Compuestos Orgánicos Persistentes-COPs-, comienza con el DDT (dicloro-difenil-tricloroetano), un compuesto orgánico descubierto en 1874, aunque no fue hasta 1939 cuando el químico suizo Paúl Hermann Müller encontraba sus propiedades insecticidas, lo que le sirvió para ganar el Nobel de Medicina y Fisiología en 1948.
En 1945 se produce a gran escala como insecticida con el fin de erradicar los desastres producidos por los insectos en los campos, y para controlar los mosquitos. Al cabo de 20 años comenzó a crecer la preocupación debido a la evidencia de muertes en animales salvajes, especialmente en aves de presa. Pronto, el DDT se halló ampliamente distribuido por todo el medio y alrededor de 1970 se detectó en la grasa de mamíferos marinos del Ártico y Antártida, a miles de kilómetros de la fuente de origen.

Desde entonces, la preocupación sobre los COPs ha ido en aumento, ya que se ha comprobado que son muy estables, resisten la degradación fotolítica, química y biológica y muestran, consecuentemente, una alta persistencia.

Contaminantes orgánicos persistentes

Los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), conocidos internacionalmente por sus siglas en inglés, POPs (Persistent Organic Pollutants) son sustancias químicas especialmente perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana. En la naturaleza producen los fenómenos de bioacumulación y biomagnificación, provocando sus peores consecuencias en las especies superiores de la cadena trófica, como los seres humanos.

Se caracterizan por una alta lipofilia, resultando bioacumulativos en los tejidos grasos de los organismos vivos. Presentan una presión de vapor relativamente baja, que posibilita el denominado “efecto de destilación/fraccionamiento global” que les permite moverse a grandes distancias a través de la atmósfera y distribuirse ampliamente por todo el planeta. Se condensan sobre las regiones más frías de la tierra, incluyendo regiones donde nunca se han empleado este tipo de compuestos. Además, también son transportados, en bajas concentraciones, junto a las aguas marinas y continentales. Por todo ello, deben tratarse como un problema transfronterizo que requiere medidas a escala internacional.

Se calcula que cada día ingerimos unos 2.000 miligramos de sustancias químicas tóxicas las cuales en cantidades superiores serían letales, produciendo gran variedad de enfermedades y malformaciones. Además de los alimentos, las sustancias tóxicas se encuentran en cualquier lugar, incluidas las viviendas o los lugares de trabajo.

Los COPs del siglo XXI.

Los retardantes bromados se emplean en más materiales de los que creemos, materiales cotidianos en nuestra vida como son los plásticos, aparatos electrónicos, textiles y otros muchos con los que estamos en contacto diario. Por ello se hace necesaria una investigación de sus posibles efectos, usos y fuentes. Estos compuestos son todavía unos auténticos desconocidos incluso en el ámbito científico y sólo en algunos países comienzan a estudiarse.

Los pesticidas, conocidos también como plaguicidas, insecticidas o biocidas, sustancias que han reportado enormes beneficios a la agricultura o en la lucha contra enfermedades transmitidas por insectos, como el paludismo, la fiebre amarilla o el dengue, tienen efectos contraproducentes para el medio ambiente, la biodiversidad (http://www.countdown2010.net/) y la salud.

Asimismo, otras sustancias, como metales pesados o hidrocarburos acaban también siendo acumulados por los organismos acuáticos. Por ello, pueden encontrarse concentraciones muy altas de estos elementos químicos en los seres vivos marinos, a pesar de que dichas sustancias se hallen muy diluidas en el agua o acaben desapareciendo.

Nuevas sustancias químicas

Las Naciones Unidas incluyeron nueve sustancias químicas en su lista de Contaminantes Orgánicos Persistentes y se proponen prohibir su empleo, según comunicó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Las nueve sustancias, entre las que figuran pesticidas y pirorretardantes, se sumarán a las 12 que integran la lista de la llamada "Convención de Estocolmo" (http://chm.pops.int/).

Las nueve sustancias consideradas especialmente peligrosas para los niños son los insecticidas hexaclorociclohexano alfa y beta, la clordecona y los plaguicidas lindano y pentaclorobenceno.

Los componentes químicos conocidos como hexaclorocicloxeanos HCH no se producen directamente sino que quedan como residuos del lindano, sustancia que ya se fabrica en muy pocos países.

Además integran la lista a partir de ahora el perfluorooctosulfonato, empleado para proporcionar resistencia a la grasa, el aceite y el agua a materiales como productos textiles, alfombras y papel, además del éter de hexabromodifenilo, el de tetrabromodifenilo y el hexabromobifenilo, usados como pirorretardantes.

Los retardantes de llama bromados y los químicos fluorados están presentes en muchos productos como en los artículos de electrónica, colchones y textiles, estos últimos compuestos atacan la fertilidad y también causan cáncer.

Conclusión

Todos estamos expuestos a un gran número de sustancias químicas, de las que sólo un 2% han sido evaluadas científicamente de una manera rigurosa.

No queremos que los países industrializados sigan vertiendo sus desperdicios en los países menos desarrollados y que los gobiernos vigilen la llegada de todo tipo de basura nociva y hagan cumplir la ley.

Que los gobiernos firmantes de la Convención de Estocolmo se comprometan a promover las mejores técnicas disponibles y las mejores prácticas ambientales para identificar, reemplazar y prevenir tanto los COPs existentes como los que pudieran desarrollarse en un futuro.

* Vicepresidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales – AAPN –
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas – WCPA – de la UICN.
Miembro de Cuenta Atrás 2010 - iniciativa UICN -
Red Latinoamericana de Áreas Protegidas – RELAP –

No hay comentarios.:

Seguidores

Translate

Vistas a la página totales


en Web en Blog