Pasar mucho tiempo frente a la pantalla de una PC, un smartphone o cualquier otro dispositivo digital, usar luces de bajo consumo en interiores, así como también estar al aire libre y recibir la luz solar, son actividades que obliga al ojo a hacer un mayor esfuerzo para adaptarse a distintas intensidades y calidades de iluminación, independientemente de si la luz es natural o artificial, ocasionando molestias visuales que podrían englobarse en el concepto de cansancio visual o estrés visual.
Lo más alarmante es que, pese a estas molestias, no se toman las medidas necesarias de prevención. Por esta razón, desde el CONSEJO ARGENTINO DE OFTALMOLOGÍA (CAO) señalan que es primordial conocer cómo se manifiesta desde sus etapas iniciales y enumeran los síntomas más comunes: prurito ocular, conjuntivitis, ojo seco, visión borrosa, lagrimeo constante, migraña, hipersensibilidad a la luz e insomnio.
¡Los ojos también se cansan y se estresan!
Hoy en día resulta casi imposible no usar la
computadora, la tablet o el teléfono celular, tanto para la vida laboral como
personal. Sin embargo, y a pesar de que son herramientas beneficiosas, la alta exposición a la luz azul emitida
por estas fuentes artificiales, combinada
con un uso intensivo, como así
también la luz azul procedente de fuentes naturales (el sol), junto a la radiación ultravioleta (UV) y
las toxinas del ambiente, pueden ocasionar alteraciones visuales que
podrían englobarse en el concepto de cansancio
visual o de estrés visual.
El término
médico para definir esta situación es “astenopia”
(o “cansancio visual”). Los médicos
oftalmólogos del Consejo Argentino de
Oftalmología (CAO) lo describen como “un conjunto de molestias oculares que
aparecen como consecuencia de un esfuerzo prolongado de la visión. Los ojos
tienen que adaptarse continuamente a diferentes situaciones de iluminación,
pero fundamentalmente, con las nuevas tecnologías, a fijar la atención en
pantallas ubicadas a corta distancia, situación que exige un esfuerzo continuo
del sistema de acomodación o enfoque de nuestros ojos.
La
capacidad de ajuste a distintos niveles de iluminación se denomina adaptación a la luz. En ella actúan
varios mecanismos que se activan de manera simultánea. Uno de ellos es la
capacidad de variar el diámetro de las pupilas (se trata del área circular
negra ubicada en el centro de nuestros ojos y que se corresponde con un
orificio en el centro del iris de cada ojo). La pupila se dilata cuando la iluminación del ambiente disminuye y se
achica cuando estamos en un ambiente intensamente iluminado. También la retina (la membrana sensible de
nuestros ojos en donde el estímulo luminoso se convierte en una señal eléctrica
que se transmite al área visual del cerebro) tiene la capacidad de adaptarse a
estos cambios de iluminación.
Pasar mucho tiempo frente a la pantalla de
una PC, un smartphone o cualquier otro dispositivo digital, usar luces de bajo
consumo en interiores, así como también estar al aire libre y recibir la luz
solar, son actividades que obliga al ojo
a hacer un mayor esfuerzo para adaptarse a distintas intensidades y calidades
de iluminación, independientemente de si la luz es natural o artificial,
ocasionando molestias visuales que con el tiempo pueden llevar a disfunciones
visuales.”
Este trastorno, cada vez más frecuente en la
población, puede manifestarse por una molesta sensación de cansancio ocular, enrojecimiento
de los ojos, visión borrosa o doble, ojos secos, lagrimeo excesivo, dificultad
para enfocar y, en algunos casos, puede ir acompañado por dolor de cabeza, mareos e incluso insomnio.
No obstante, las manifestaciones oftalmológicas dependerán de cada persona y
del ámbito donde se encuentre.
Fuente: Karina Balanda
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