
Cuando Serena Williams, la reconocida tenista de elite, sufrió una trombosis y posterior embolia pulmonar, se dijo que fue por la combinación de dos de los múltiples factores que pueden contribuir a que la sangre pase de estado líquido a sólido, y por ende se estanque en algún punto del organismo: la realización de una cirugía en uno de sus pies, y un viaje largo en avión.
“Efectivamente, estos son dos hechos que pueden contribuir al desarrollo de un coágulo que se forma cuando la sangre pasa de líquido a sólido, un trombo –coágulo que se forma dentro de un vaso sanguíneo o dentro del corazón y permanece en esa ubicación–, y de la embolia, que se presenta cuando un trombo se desprende de su lugar y viaja por el torrente sanguíneo hacia otra parte del organismo”, explicó el Dr. Marcelo Pataro, miembro del Servicio de Cirugía Vascular Periférica y Flebología del Hospital Universitario Austral (HUA).
“Llamamos trombosis venosa al coágulo que se origina en las venas de los miembros inferiores –algo bastante frecuente–, y tromboembolismo pulmonar al desprendimiento de estos y su posterior migración hacia los pulmones, en donde obstruyen las arterias e impactan generando trastornos en la circulación”, agregó el especialista.
En cuanto a los factores que favorecen estos cuadros e intervienen en su desarrollo figuran las cirugías, las fracturas de los miembros inferiores, los postoperatorios de cirugías de cadera o rodillas, los viajes en avión, el embarazo, las grandes cirugías de abdomen o tórax, los politraumatismos que provocan largas internaciones y, por supuesto, el factor hereditario, dado que hay personas que tienen una mayor predisposición a desarrollar trombos.
“Los pacientes con cáncer o aquellas mujeres que tienen várices también son más propensas a desarrollar trombosis. De hecho, las venas de los miembros inferiores son muy susceptibles a este tipo de cuadros, que en la mayoría de los casos generan dolor e hinchazón, pero que también en ocasiones pueden no dar síntomas y por ende ‘debutar’ con el cuadro respiratorio”, manifestó el Dr. Pataro.
Por esto, remarcó la importancia de diagnosticar la trombosis venosa mediante una ecografía doppler color, y el tromboembolismo con una tomografía o un centellograma. “Partiendo de esa base se puede encarar el tratamiento de cualquiera de los dos cuadros, que consiste en administrar anticoagulantes (heparina), que impiden que el trombo siga creciendo y desprendiéndose”, señaló.
“Más allá de estas medidas, existen casos graves de tromboembolismo que exigen internación en terapia intensiva para aplicar asistencia cardiorrespiratoria y administrar drogas trombolíticas que tienen el objetivo de disolver los coágulos”, finalizó el Dr. Pataro.
Contacto: *Dr. Marcelo Pataro
Médico del staff de Cirugía Vascular Periférica y Flebología
Hospital Universitario Austral
mpataro@cas.austral.edu.ar
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