·
Para 6 de cada 10 adultos
con la variante de moderada a severa, la picazón es intensa o intolerable. De
esta condición mucho no se habla, pero -por el mismo proceso inflamatorio- 7 de
cada 10 pacientes presentan además otras enfermedades como asma, rinitis y
conjuntivitis alérgica, rinosinusitis crónica y alergias alimentarias[1].
·
Puede generar aislamiento,
ansiedad, trastornos del sueño y depresión[2],[3].
Para concientizar sobre esta condición inflamatoria que afecta la piel, la
Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica y la Sociedad Argentina
de Dermatología se unen en el marco del Día Mundial de la Dermatitis Atópica,
que se conmemora este 27 de noviembre.
Buenos Aires, 23 de noviembre de 2018
- La dermatitis atópica puede impactar significativamente en la vida de los
pacientes y -con distintos niveles de severidad- es una de las enfermedades
inflamatorias de la piel más frecuentes. Genera síntomas debilitantes como piel
seca, picazón intensa y persistente, enrojecimiento, costras y secreciones[4].
Para el Día Mundial de la Dermatitis Atópica, que se conmemora este 27 de
noviembre, la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica y la
Sociedad Argentina de Dermatología se unieron para concientizar sobre esta
enfermedad.
“La dermatitis atópica presenta
múltiples caras, según la edad del paciente, pero su síntoma principal es el
prurito, acompañado de piel extremadamente seca y reactiva”, explicó la Dra. Cristina Pascutto, médica
dermatóloga, actual presidente de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).
Para muchos, la picazón es severa o
intolerable[5].
Pica tanto de día como de noche, por lo que 8 de cada 10 pacientes con
dermatitis atópica moderada a severa sufren alteraciones del sueño[6]
y más de la mitad reporta que la picazón interrumpe su sueño de 5 a 7 noches
por semana2.
“Algunas personas se rascan dormidas
o intentando conciliar el sueño. A veces, el rascado llega a escucharse desde
la habitación contigua. Es duro para los padres que ven sufrir a su hijo o para
un esposo ver a su pareja en esa situación. De todos modos, quien más lo padece
es el que tiene toda su vida atravesada por picazón, sarpullido, enrojecimiento
y dolor”, sugirió el Dr. Gabriel
Gattolin, Presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología
Clínica (AAAeIC).
La dermatitis atópica pica y mucho. El
50 por ciento de los pacientes, siempre hablando de la variante de moderada a
severa, también siente dolor[1].
Las lesiones pueden llegar a cubrir más de la mitad del cuerpo y se manifiestan
en áreas sensibles como párpados, cuello, codos, muñecas, rodillas y tobillos.
Al rascarse, los pacientes pueden lastimarse aún más y aumentar el riesgo de
infecciones[2].
“Esta enfermedad afecta aspectos
cotidianos de la vida como la elección de la ropa, la realización de actividad
física, salidas con amigos, irse de paseo, o cuestiones más importantes como la
presentación en púbico, las relaciones interpersonales o la actividad sexual.
Esto impacta negativamente en términos psicológicos pudiendo generar ansiedad,
depresión o aislamiento”, agregó el Dr.
Gattolin.
“Si bien uno de los elementos para llegar al
diagnóstico son las localizaciones típicas donde aparecen la lesiones, en
algunos pacientes se da una distribución diferente con aspectos parecidos a
otras condiciones como eczema numular, prurigo, dermatitis seborreica,
psoriasis, sarna y hasta reacciones medicamentosas. Por lo tanto, para llegar
al diagnóstico correcto, muchas veces es necesario realizar otros estudios más
específicos”, describió la Dra. Pascutto.
“Cuando el paciente llega a la
consulta por primera vez, se le pregunta si tuvo algún tipo de manifestación de
las vías respiratorias, porque es altamente frecuente que presenten cuadros de
asma, rinitis y conjuntivitis alérgica, rinosinusitis crónica y alergias
alimentarias. También se lo indaga sobre antecedentes familiares, además de
confirmar, claro está, la existencia de lesiones cutáneas o piel extremadamente
seca”, refirió la especialista.
El Dr.
Gattolín reconoció que “el prurito que sufren es el criterio mayor de
diagnóstico y el motivo central por el que van a la consulta. No obstante, el
enrojecimiento, la piel hinchada, agrietada, gruesa y supurante condicionan un
cuadro complejo, muchas veces severo y difícil de tratar”.
Suele ser considerada una condición de
la infancia, porque afecta a entre el 5 y el 20 por ciento de los niños, de los
cuales entre el 10 y el 40% presenta la forma severa. De todos modos, en 3 de
cada 10 casos continúa tras la pubertad y, de hecho, algunos pacientes
inclusive experimentan los primeros síntomas recién de grandes[3],[4],[5],[6],[7].
Pero más allá de estos datos estadísticos,
remarcó el Dr. Gattolin, “estos
pacientes hacen numerosas consultas,
cambian constantemente de médico y muchas veces son tratados inadecuadamente,
por lo que su vida se transforma en un peregrinar de padecimiento”.
En esta condición, se da lo que se
denomina un ciclo entre la picazón y el acto de rascar, que genera aún más
picazón. En primera instancia, las células del sistema inmune envían señales
para que se inflame la superficie de la piel y esto hace que pique. Al
rascarse, se rompe la barrera de la superficie de la piel, permitiendo el
ingreso de virus, bacterias y alérgenos. Esto, a su vez, reactiva las células
del sistema inmune, las que envían señales que producen más picazón,
enrojecimiento y sarpullido.
Hay factores que
contribuyen a la aparición de brotes y deben ser evitados:
·
Estrés
·
Alérgenos alimentarios (huevo, leche, trigo, soja, maní,
otros)
·
Aeroalérgenos (ácaros del polvo, malezas, epitelios de
animales, hongos, otros)
·
Irritantes tipo limpiadores cutáneos, ropa de lana o fibras
sintéticas
·
Agua caliente
·
Jabones de mala calidad y detergentes agresivos
·
Clima con temperaturas extremas, humedad o sequedad excesiva
·
Infecciones de la piel por determinados microorganismos
Desde la Sociedad Argentina de
Dermatología, puntualizaron que la recomendación más importante se basa en el cuidado de la piel y el control de la piel seca, “restableciendo la
barrera cutánea a través de la utilización de productos de higiene y emolientes
adecuados y específicos para este tipo de pieles, para evitar de esta forma el
rascado, la exacerbación de las lesiones y las sobreinfecciones”.
Ésta es una enfermedad multifactorial
en la que el tratamiento debe ir dirigido a mejorar la barrera cutánea
(integridad de la piel), evitar su deshidratación y tratar la inflamación. Por
tanto, mantener la piel humectada e hidratada con cremas para tal fin es la
medida más importante. Todos los compuestos con avena también ayudan, ya que
ésta es un antiinflamatorio natural para la piel. Los rayos ultravioletas
colaboran, por lo que se recomienda exponerse al sol, pero antes de las 10 ó
después de las 18 horas, porque los rayos más abrasivos pueden deshidratar la
piel y ser contraproducentes.
Muchos pacientes que presentan la
forma moderada a severa reportan padecer picazón a pesar de utilizar las
alternativas terapéuticas disponibles, lo que implica que existe una necesidad
insatisfecha en términos de tratamiento. “El desarrollo de nuevos fármacos
dirigidos a inhibir los procesos desencadenantes de la inflamación, con un buen
perfil de seguridad, nos abre un panorama prometedor para el futuro próximo”,
agregó la Dra. Pascutto.
La dermatitis atópica puede ocasionar
baja autoestima, temor a ser visto, sufrir bullying y favorecer el desarrollo
de depresión[8],[9],[10]. 4 de cada 10 personas con
dermatitis atópica sienten vergüenza por su condición y la mitad de los
pacientes se siente frustrada por su enfermedad con frecuencia o siempre[11].
Quienes padecen dermatitis atópica de
moderada a severa se ausentan del trabajo el triple que el resto de la gente[12].
En promedio, los adolescentes pierden 26 días de clase al año por esta
condición[13], a
razón de 3,5 días por cada episodio. Durante una exacerbación, la mitad (50%)
de los adolescentes manifestó tener resguardos acerca de ser vistos en público
y el 36% presentaba una disminución de la confianza en sí mismos16.
Contacto de Prensa
JM Oribe Comunicaciones
[1] A. Dawn, A. Papoiu
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questionnaire,” Br J Dermatol, vol. 160, no. 3, pp. 642-644, 2009
[2] L. Eichenfield, W. Tom
and S. Chamlin, “Guidelines of
care for the management of atopic dermatitis: section 1. Diagnosis and
assessment of atopic dermatitis,” J Am Acad Dermatol, vol. 70, no. 2, pp. 338-351,
2014
[3] T. Bieber, “Atopic
dermatitis 2.0: from the clinical phenotype to the molecular taxonomy and
stratified medicine,” Allergy, vol. 67, no. 12, pp. 1475-1482, 2012; D.
Garmhausen, T. Hagemann and T. Bieber, “Characterization of different courses
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4, pp. 498-506, 2013
[4] L. Eichenfield, W.
Tom and S. Chamlin, “Guidelines of care for the management of atopic
dermatitis: section 1. Diagnosis and assessment of atopic dermatitis,” J Am
Acad Dermatol, vol. 70, no. 2, pp. 338-351, 2014.
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[8] Girolomoni G,
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in Adults with Atopic Dermatitis: A Cross-sectional Study From Clinical
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[9] Girolomoni G, Gadkari A, Gautier L, et al. In Their Own Words:
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[4] Silvestre Salvador J, Romero-Perez D y
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Bieber and L. Eckert, “Patient burden of moderate to severe atopic dermatitis
(AD): Insights from a phase 2b clinical trial of dupilumab in adults,” Am Acad
Dermatol, vol. 74, no. 3, pp. 491-498, 2016
[6] C.L.Carroll, et al.
“The burden of atopic dermatitis: Impact on the Patient, family, and Society,”
Pediatric Dermatology pp. 22(3)192-9, 2005
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